Es sábado, 28 de septiembre. Cae una lluvia algo fuerte que retrasa todavía más la luz el día, así que espero en el mesón el momento más propicio para iniciar la jornada. Son ya las 8:40 cuando por fin empiezo a caminar.
No es tiempo propicio para fotos. La llovizna, los grandes nubarrones en la distancia y la neblina son factores que reducen la visibilidad y las ganas de tomar la cámara.
Un día en el que me había propuesto recorrer 24 kms pero terminé antes, en El Acebo (fueron 17 kms). Se pasa prinero por Foncebadón, uno de esos pueblos pequeños que el Camino -es decir, los peregrinos- mantienen con vida. Tiene quizá tres albergues y al menos dos lugares donde comer y beber algo. No parece un lugar con mayor interés considerando su apariencia general: ciertamente me alegra haber pasado la noche anterior en Rabanal.
El bar-café me sirve para calentar el cuerpo con un chocolate caliente. Entretanto cesa la lluvia y el día comienza a mejorar un poco.
No mucho después de Foncebadón se encuentra la Cruz de Ferro, uno de los hitos referenciales del Camino Francés, si bien no es un lugar particularmente atractivo: hay allí un largo y rústico poste coronado con una cruz de hierro, plantado sobre un montículo de piedras. Los peregrinos han heredado y conservan una vieja tradición: colocar una piedra o guijarro en la base del poste. Algunos se vuelven de espaldas y lanzan la piedra hacia atrás, por encima del hombro, como invocando bendiciones o la buena suerte...
...es también -dicen- el punto más alto en todo el recorrido del Camino Francés a Santiago (1500 msnm). A su alrededor construyeron un pequeño parque con una ermita dedicada a Santiago Apóstol.
Aparecen unos turistas en un autobús. Rápidamente buscan refugio en la ermita cercana tras disparar con prontitud sus cámaras fotográficas. La llovizna no cesa, pero hay que seguir. El Camino discurre aquí por una bien diseñada senda al lado de la carretera.
* MANJARÍN Y SUS TEMPLARIOS
No es tiempo propicio para fotos. La llovizna, los grandes nubarrones en la distancia y la neblina son factores que reducen la visibilidad y las ganas de tomar la cámara.
Un día en el que me había propuesto recorrer 24 kms pero terminé antes, en El Acebo (fueron 17 kms). Se pasa prinero por Foncebadón, uno de esos pueblos pequeños que el Camino -es decir, los peregrinos- mantienen con vida. Tiene quizá tres albergues y al menos dos lugares donde comer y beber algo. No parece un lugar con mayor interés considerando su apariencia general: ciertamente me alegra haber pasado la noche anterior en Rabanal.
El bar-café me sirve para calentar el cuerpo con un chocolate caliente. Entretanto cesa la lluvia y el día comienza a mejorar un poco.
No mucho después de Foncebadón se encuentra la Cruz de Ferro, uno de los hitos referenciales del Camino Francés, si bien no es un lugar particularmente atractivo: hay allí un largo y rústico poste coronado con una cruz de hierro, plantado sobre un montículo de piedras. Los peregrinos han heredado y conservan una vieja tradición: colocar una piedra o guijarro en la base del poste. Algunos se vuelven de espaldas y lanzan la piedra hacia atrás, por encima del hombro, como invocando bendiciones o la buena suerte...
...es también -dicen- el punto más alto en todo el recorrido del Camino Francés a Santiago (1500 msnm). A su alrededor construyeron un pequeño parque con una ermita dedicada a Santiago Apóstol.
Aparecen unos turistas en un autobús. Rápidamente buscan refugio en la ermita cercana tras disparar con prontitud sus cámaras fotográficas. La llovizna no cesa, pero hay que seguir. El Camino discurre aquí por una bien diseñada senda al lado de la carretera.
* MANJARÍN Y SUS TEMPLARIOS
Un coche se detiene a mi lado. Adentro veo una amable pareja -de esas que parecen tener 40 años de casados- que ofrecen llevarme. La tentación de aceptar es fuerte (me ahorrarían unos cuantos kilómetros) pero de alguna manera logro resistirla. Declino la invitación, agradeciendo el gesto: para mi infortunio, el auto-stop y la condición de peregrino no son compatibles.
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Unos 2 km después de la Cruz llego a un refugio albergue, Manjarín se llama, de entrada muy pintoresca y cuyo hospitalero se define como un templario...
Los templarios de otrora eran guerreros de Cristo, jinetes esforzados y valientes, feroces defensores de la verdadera Fe. Sus presuntos seguidores en Manjarín son gente simpática que viven a su aire, artesanos y vendedores de souvenirs, pero con la intención irrenunciable de conservar el "Espíritu del Camino". Los que han pasado la noche en este albergue suelen describir la experiencia como algo memorable.
* ACEBO
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Unos 2 km después de la Cruz llego a un refugio albergue, Manjarín se llama, de entrada muy pintoresca y cuyo hospitalero se define como un templario...
Los templarios de otrora eran guerreros de Cristo, jinetes esforzados y valientes, feroces defensores de la verdadera Fe. Sus presuntos seguidores en Manjarín son gente simpática que viven a su aire, artesanos y vendedores de souvenirs, pero con la intención irrenunciable de conservar el "Espíritu del Camino". Los que han pasado la noche en este albergue suelen describir la experiencia como algo memorable.
* ACEBO
Una porfiada lluvia se empeñó en hacerme compañía hasta poco antes de entrar al pueblo de Acebo (o "El Acebo" ...utilizar o no el artículo parece cuestión de opiniones)
Cuentan con un albergue privado (Albergue-Mesón El Acebo) y otro parroquial ("Apóstol Santiago"). El primero tiene en su planta baja una cafetería-bar con un salón-comedor y las habitaciones en el piso superior. El "Apostol Santiago" -poco más adelante- me pareció un alojamiento más tranquilo y hacia allí encaminé mis pasos...
...trabajan con voluntarios que le dedican un mes a esta tarea antes de ser sustituidos. De esta manera los hospitaleros se van rotando a lo largo del año; es práctica frecuente en albergues administrados por los ayuntamientos y parroquias de los poblados en el Camino.
Cuentan con un albergue privado (Albergue-Mesón El Acebo) y otro parroquial ("Apóstol Santiago"). El primero tiene en su planta baja una cafetería-bar con un salón-comedor y las habitaciones en el piso superior. El "Apostol Santiago" -poco más adelante- me pareció un alojamiento más tranquilo y hacia allí encaminé mis pasos...
...trabajan con voluntarios que le dedican un mes a esta tarea antes de ser sustituidos. De esta manera los hospitaleros se van rotando a lo largo del año; es práctica frecuente en albergues administrados por los ayuntamientos y parroquias de los poblados en el Camino.
ALBERGUE PARROQUIAL "APÓSTOL SANTIAGO"
Para ese entonces el hospitalero a cargo responde al nombre de Simón. El albergue es una casa de dos plantas con las habitaciones comunales en el piso superior. Tiene una capacidad de 23 plazas y al momento de registrarme ya está casi lleno. Los huéspedes eran jóvenes en su mayoría; pocos excedían los 25 años de edad y casi todos venían de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania...
Pongo mis cosas en la litera que me corresponde y bajo a darme una ducha. Luego salgo para ir por un momento al mesón: solo pruebo un bocadillo... el hospitalero me había informado sobre la cena comunal, esa noche a las 7:30 pm...
Desde las 7 en punto ya preparaban la cena. Ocupados en ello veo a nuestro hospitalero junto a un catalán cincuentón -Carlos- que había iniciado su andadura en Saint Jean Pied de Port. Les acompañaba una peregrina de unos 30 años, de nacionalidad francesa o belga...
Sin detener su actividad, Carlos y Simón conversaban sobre un tópico: "El Espíritu del Camino". Para Simón, mucho se ha perdido de lo mejor que ofrecía El Camino... cierto sentido de búsqueda y realización personal que ahora apenas apreciaba en muy pocos... la solidaridad con el otro, las actividades comunales donde todos trabajan y colaboran en pro del bien común...
-"Cada día esto se asemeja más a una actividad turística cualquiera, una oportunidad comercial para muchos" ´decía el hospitalero. "Menos vocación y más ansias de lucro"
Pregunté en qué podía colaborar y tuve el encargo de servir la mesa.
-"En otros tiempos, los jóvenes estarían acá ayudándonos, prestando su mejor esfuerzo para la cena" -continuó Simón- "Ahora solo somos 4 en la cocina."...
...pero justo en ese instante ingresó a la cocina una amplia representación de la juventud peregrina. Mientras charlaban en sus varios idiomas nos relevaron de nuestras tareas y tomaron todo en sus manos. Creaban un ambiente muy festivo, mostrándose muy activos y dando así un mentís rotundo a las anteriores afirmaciones del hospitalero, que se mostraba agradablemente sorprendido...
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Aquella noche en este Albergue Parroquial fue uno de los momentos más gratos que tuve en mi caminata. Sostuve un larga conversación con el hospitalero sobre temas que sin duda le importaban mucho (la necesidad de renovación en la Iglesia Católica, la figura del nuevo Papa -posiblemente el instrumento necesario para los cambios que hacen falta... La tarea del hospitalero como expresión de vocación cristiana...). Entretanto, oía la voz del catalán Carlos que a otros peregrinos mencionaba los campos interminables en Castilla y León ("...muy llanos, tediosos y de color rojo ocre", decía). Una pareja inglesa -un veterano del ejército británico ex-oficial de correos y su esposa- se juntó a nosotros a la mesa: el oficial retirado demostró una gran habilidad haciendo percusión con dos cortas barras planas de madera que sostenía entre sus dedos mientras agitaba con fuerza su muñeca ("bones percussion", tradicional en el folklore inglés e irlandés). Otros, más allá, se distraían con una guitarra...
...hasta que fueron las 10 de la noche: la hora del recogimiento acorde a las normas de los albergues. Un sueño reparador te prepara para la jornada del siguiente día.
Para ese entonces el hospitalero a cargo responde al nombre de Simón. El albergue es una casa de dos plantas con las habitaciones comunales en el piso superior. Tiene una capacidad de 23 plazas y al momento de registrarme ya está casi lleno. Los huéspedes eran jóvenes en su mayoría; pocos excedían los 25 años de edad y casi todos venían de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania...
Pongo mis cosas en la litera que me corresponde y bajo a darme una ducha. Luego salgo para ir por un momento al mesón: solo pruebo un bocadillo... el hospitalero me había informado sobre la cena comunal, esa noche a las 7:30 pm...
Desde las 7 en punto ya preparaban la cena. Ocupados en ello veo a nuestro hospitalero junto a un catalán cincuentón -Carlos- que había iniciado su andadura en Saint Jean Pied de Port. Les acompañaba una peregrina de unos 30 años, de nacionalidad francesa o belga...
Sin detener su actividad, Carlos y Simón conversaban sobre un tópico: "El Espíritu del Camino". Para Simón, mucho se ha perdido de lo mejor que ofrecía El Camino... cierto sentido de búsqueda y realización personal que ahora apenas apreciaba en muy pocos... la solidaridad con el otro, las actividades comunales donde todos trabajan y colaboran en pro del bien común...
-"Cada día esto se asemeja más a una actividad turística cualquiera, una oportunidad comercial para muchos" ´decía el hospitalero. "Menos vocación y más ansias de lucro"
Pregunté en qué podía colaborar y tuve el encargo de servir la mesa.
-"En otros tiempos, los jóvenes estarían acá ayudándonos, prestando su mejor esfuerzo para la cena" -continuó Simón- "Ahora solo somos 4 en la cocina."...
...pero justo en ese instante ingresó a la cocina una amplia representación de la juventud peregrina. Mientras charlaban en sus varios idiomas nos relevaron de nuestras tareas y tomaron todo en sus manos. Creaban un ambiente muy festivo, mostrándose muy activos y dando así un mentís rotundo a las anteriores afirmaciones del hospitalero, que se mostraba agradablemente sorprendido...
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Aquella noche en este Albergue Parroquial fue uno de los momentos más gratos que tuve en mi caminata. Sostuve un larga conversación con el hospitalero sobre temas que sin duda le importaban mucho (la necesidad de renovación en la Iglesia Católica, la figura del nuevo Papa -posiblemente el instrumento necesario para los cambios que hacen falta... La tarea del hospitalero como expresión de vocación cristiana...). Entretanto, oía la voz del catalán Carlos que a otros peregrinos mencionaba los campos interminables en Castilla y León ("...muy llanos, tediosos y de color rojo ocre", decía). Una pareja inglesa -un veterano del ejército británico ex-oficial de correos y su esposa- se juntó a nosotros a la mesa: el oficial retirado demostró una gran habilidad haciendo percusión con dos cortas barras planas de madera que sostenía entre sus dedos mientras agitaba con fuerza su muñeca ("bones percussion", tradicional en el folklore inglés e irlandés). Otros, más allá, se distraían con una guitarra...
...hasta que fueron las 10 de la noche: la hora del recogimiento acorde a las normas de los albergues. Un sueño reparador te prepara para la jornada del siguiente día.
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EL ACEBO - PONFERRADA
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